martes, 12 de junio de 2012

El abismo económico. Eric Hobsbawm. Historia del Siglo XX.


El abismo económico.

Eric Hobsbawm. Historia del Siglo XX.

Después de la guerra, el desempleo ha sido la enfermedad más extendida, insidiosa y destructiva de nuestra generación; es la enfermedad social de la civilización occidental en nuestra época.

The Times, 23 de enero de 1943.

Si no se hubiera producido la crisis económica, no habría existido Hitler y, casi con toda seguridad, tampoco Roosevelt. Además difícilmente el sistema soviético habría sido considerado como un antagonista económico del capitalismo mundial y una alternativa al mismo. El mundo de la segunda mitad del siglo XX es incomprensible sin entender el impacto de esta catástrofe económica.
El funcionamiento de la economía capitalista no es nunca uniforme y las fluctuaciones de diversa duración, a menudo muy intensas, constituyen una parte esencial de esta forma de organizar los asuntos del mundo. El llamado ciclo económico de expansión y depresión era un elemento con el que ya estaban familiarizados todos los hombres de negocios desde el siglo XIX. Su repetición estaba prevista, con algunas variaciones, en periodos de entre siete y once años.
Desde la revolución industrial, la historia de la economía mundial se había caracterizado por un progreso técnico acelerado, por el crecimiento económico continuo, aunque desigual y por una creciente “mundialización”, que suponía una división del trabajo, cada vez más compleja, a escala planetaria y la creación de una red cada vez más densa de corrientes e intercambios que ligaban a cada una de las partes de la economía mundial con el sistema global. El progreso técnico continuó e incluso se aceleró en la era de las catástrofes, transformando las guerras mundiales y reforzándose gracias a ellas.
El crecimiento económico no se interrumpió durante los decenios 1929-11933, simplemente se desaceleró.
La mundialización de la economía parecía haberse interrumpido. Según todos los parámetros, la integración de la economía mundial se estancó y retrocedió.
¿cuál es la causa del mal funcionamiento de la economía capitalista en el periodo de entreguerras?. Para responder a esta pregunta es imprescindible tener en cuenta la situación de Estados Unidos, pues si en Europa, al menos en los países beligerantes, los problemas económicos pueden explicarse en función de las perturbaciones de la guerra y la posguerra, los Estados Unidos sólo habían tenido una breve, aunque decisiva intervención en el conflicto. La primera guerra mundial, lejos de desquiciar su economía la benefició (como ocurrirá con la segunda guerra mundial). En 1913, los Estados Unidos eran ya la mayor economía del mundo, con la tercera parte de la producción industrial.
La guerra no sólo reforzó su posición de principal productor mundial, sino que lo convirtió en el principal acreedor del mundo.
Los británicos habían perdido aproximadamente una cuarta parte de sus inversiones mundiales durante la guerra, principalmente las efectuadas en los Estados unidos  de las que tuvieron que desprenderse para comprar suministros de guerra. por su parte, los franceses perdieron la mitad de sus inversiones, como consecuencia de la revolución y el hundimiento de Europa. Mientras tanto los Estados Unidos, que al comenzar la guerra eran un país deudor, al terminar el conflicto eran el principal acreedor internacional. Dado que concentraban sus operaciones en Europa y en el hemisferio occidental (los británicos continuaban siendo con mucho los principales inversores en Asia y África) su influencia en Europa era decisiva.
En suma, sólo la situación de los Estados Unidos puede explicar la crisis económica mundial. Después de todo, en los años veinte era el principal exportador del mundo y, tras Gran Bretaña, el primer importador.
Estados Unidos fue también la principal victima de la crisis. Si sus importaciones cayeron un 70 % entre 1929 y 1932, no fue menor el descenso de sus exportaciones.
(...)Esto no supone subestimar las raíces europeas del problema, cuyo origen era fundamentalmente político. En la Conferencia de Paz de Versalles (1919) se había impuesto a Alemania unos pagos onerosos y no definidos en conceptos de “reparaciones” por el costo de la guerra y los daños ocasionados a las potencias vencedoras. Para justificarlas se incluyo una cláusula que declaraba a Alemania única responsable de la guerra (la llamada cláusula de “culpabilidad”), que además de ser de dudosa históricamente, fue un autentico regalo para el nacionalismo alemán. En 1921 la suma a pagar por Alemania se fijo en 132.000 millones de marcos de oro, que todo el mundo sabia que era imposible de pagar.
El análisis económico debe centrarse en dos aspectos.
El primero es la existencia de un desequilibrio notable y creciente en la economía internacional, como consecuencia de la asimetría existente entre el nivel de desarrollo de los Estados Unidos y el del resto del mundo. El sistema mundial no funcionaba correctamente-puede argumentarse- porque al contrario de Gran Bretaña, que había sido su centro neurálgico hasta 1914, estados Unidos no necesitaba al resto del mundo. Mientras Gran Bretaña consciente de que el sistema mundial de pagos se sustentaba en la libre esterlina, velaba por su estabilidad, Estados Unidos no asumió una función estabilizadora de la economía mundial.
El segundo aspecto destacable de la Depresión es la incapacidad de la economía mundial  para generar una demanda suficiente que pudiera sustentar una expansión duradera. Como ya hemos visto, las bases de la prosperidad de los años veinte no eran firmes, ni siquiera en los Estados Unidos, donde la agricultura estaba ya en una situación deprimida y los salarios, contra lo que sostiene el mito de la gran época del jazz, no aumentaban mucho, e incluso se estancaron en los últimos años desquiciados de euforia económica. Como tantas veces ocurre en las  economías de libre mercado durante las épocas de prosperidad los salarios, los beneficios aumentaron de manera desproporcionada y el sector acomodado de la población fue el más favorecido. Pero al no existir un equilibrio entre la demanda y la productividad del sistema industrial  en rápido incremento en esos días que vieron el triunfo de Henry Ford el resultado  fue la sobreproducción y la especulación.
Por consiguiente, a menos que se esperara que la crisis fuera breve y que  hubiera confianza en el futuro, las consecuencias de ésta podían ser espectaculares. Así, la producción de automóviles disminuyó a la mitad en los  Estados Unidos entre 1929 y 1931 y, en un nivel mucho más humilde, la producción de discos de gramófono para las capas de población de escasos ingresos, (discos race y discos de jazz dirigidos a un público de color) ceso  prácticamente durante un tiempo. En resumen, «a diferencia de los ferrocarriles, de los barcos de vapor o de la introducción del acero y de las máquinas herramientas —que reducían los costes—, los nuevos productos y el nuevo estilo de vida requerían, para difundirse con rapidez, unos niveles de ingresos cada vez mayores y un elevado grado de confianza en el futuro. Pero eso era precisamente lo que se estaba derrumbando
Más pronto o más tarde hasta la peor de las crisis cíclicas llega a su fin, y a partir de 1932 había claros indicios de que lo peor ya había pasado. De hecho, algunas economías se hallaban en situación floreciente Japón y en una escala mas modesta Suecia. Incluso las economías más débiles, como la británica, mostraban signos de dinamismo. Pese a todo, no se produjo el esperado relanzamiento y la  economía mundial siguió sumida en la Depresión. Eso era patente en la más poderosa de todas las economías, la de los Estados Unidos donde los diferentes experimentos encaminados a estimular la economía se emprendieron (en algunos casos con escasa coherencia) en «New Deal» del presidente F. D. Roosevelt no dieron los resultados esperados. A unos años de fuerte actividad siguió una nueva crisis en 1937-1938, aunque de proporciones mucho más modestas que la Depresión de 1929. El sector más importante de la industria norteamericana, la producción automovilística, nunca recuperó el nivel alcanzado en 1929, y en 1938 su situación era poco mejor que la de 1920.
(...) en un sector-el de entretenimiento y lo que mas tarde se conocería como los medios de comunicación- el periodo de entreguerras contemplo los adelantos mas trascendentales, al menos en el mundo anglosajón, con el triunfo de la radio como medio de comunicación de masas y de la industria del cine de Hollywood. Tal vez no es tan sorprendente que en las tristes ciudades del desempleo generalizado, surgieran gigantescas salas de cine, porque las entradas eran muy baratas, por que los mas jóvenes y ancianos, los mas afectados por el desempleo,  disponían de tiempo libre y porque, como observaban los sociólogos durante la Depresión los maridos y las esposas tenían mas oportunidades que antes de compartir los ratos de ocio.



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